sábado, 2 de febrero de 2008

Reencuentro



Tenés 12.
No sabés mucho de nada pero sabés todo de él.
De su olor traspasando los sentidos.
La voz arrastrándose por el auricular.

Ese rato en la cocina apenas iluminada por el color de su voz.

Él siempre te da una respuesta
te pasarías horas escuchándolo, abrazando su respiración a
través de la línea.
Él se traslada, entonces, a un sonido.

Es un sonido semigrave.
Una risa que resuena entre espacios de silencio.
Morirías escuchando esa risa

como cada vez que la volvés a escuchar.

Tenés 33.
Ayer mismo volviste a ese minuto
sobrecogida por la presencia de quien
por fin
se corporizó por un rato.

Esta vez la palabra se hizo carne.

Estallaron los sentidos que hasta ese día
habían permanecido mudos.
El puente se estableció, ahora, entre miradas ávidas en espejo.

Las manos como aves en celo buscando una respuesta
en la tersura de esa piel tantas veces imaginada

la perdición segura de un olor agridulce
profundo y sereno

un olor que dice verdad.

Esta vez
olor, manos, cuerpo y voz
se desgajaron en un abrazo pleno

donde ya idioma y distancia
se hundieron

en la inevitabilidad de
este reencuentro.

No hay comentarios.: