sábado, 13 de enero de 2007

Para siempre

hablar del cepillo de dientes
como del tiempo

mi cepillo azul sí que se pegó un viaje en tu casa
él está ahí hace tiempo, guardado en un botiquín que aprendí a abrir y a cerrar

era fácil estar con vos en realidad

era fácil levantarse los domingos a la mañana
y saber que venía el desayuno
el café
la compu
leer el diario
mirar las casas
atender el teléfono
levantar la persiana
mirar el cielo
sentarnos a la mesita de la cocina
hablar hablar hablar
buscar el banquito
cambiarlo por la silla trunca
quererte
quererte mucho

querer ser tu mujer
para siempre

imaginar vidas posibles
con vos
mirando a través de ventanitas
cambiando la fecha en el almanaque
tirando los frascos vacíos
lavando los platos de la noche anterior

volver al comedor
contarte mi sueño
escuchar tu risa
(siempre venía tu risa)
te envidio cómo podés soñar tanto
me decías

yo soñaba para contarte que soñaba


y me escuchabas
y también eras feliz por un rato
como yo

alguna vez hasta te animaste a ser muy feliz
mirarme sin poder creerlo
abrir los ojos como platos

acostados en la cama
sintiendo el viento que se colaba desde la ventana
ese chiflete que nunca te gustó
y yo mirando los colores del cielo
y de la vida
que se ponía linda con vos ahí al lado

yo sintiéndome libre
sonriéndole al aire
nada más
y viéndote la alegría salirse por tus poros
muy abiertos esa tarde
después de la siesta
que dormimos


esa tarde vos también
me quisiste para siempre

1 comentario:

Anónimo dijo...

es tan cierto, para siempre dura solamente una tarde, una mañana o tan solo una mirada que quedó en algún momento registrada para siempre... para recordarte que para siempre es algo muy pesado que no muchos son capaces de mantener sobre los hombros.
Solamente algunos privilegiados son tocados con la barita del amor para siempre, pero no es algo habitual.
Quisiera ser esa bendecida por algún para siempre, mientras tanto me conformo con algunas tardes, noches y por qué no mañanas.