Estabas
erguido
perfectamente observando
mi pila de discos
te subía despacio y ajustada
la felicidad
cuando descubrías
que mi música también era la tuya
grande te suponía la sonrisa
desde la curva de tu nuca
y al darte vuelta
me abrazaste sin dudas
colgué mis piernas de tu cintura
reímos
mucho
y después me desperté.
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