domingo, 30 de diciembre de 2012

Finales y comienzos

Creímos en un momento que era el fin.
Se nos apagó la luz, casi nos estrellamos contra una tormenta que no supimos o no quisimos evitar.
De un día para el otro, nos vimos caer por un precipicio hondo y continuo, que duró tal vez meses. 
Y un día fue Basta, fue Ya no, fue Hasta acá.
Y el año se nubló y toda la vida, esa vida, ya no fue más.
Quedó detrás de una puerta blanca, detrás de un pasillo largo y fresco, quedó entre las plantas y los gatos y yo me fui.

Y mientras me iba de un pasadizo oscuro, entraba a un lugar de pura luz, tanta que al principio me enceguecía y me dolían los ojos del sol.
Tal vez estaba empezando a ver, de nuevo.
Se hizo una tremenda luz de plantas y colores, y una casa chiquita pero mía, música, comidas, horno propio y un lugar nuevo, este que me albergó cálido, amable.
Este que abrazo con amor y con todo el calor de un hogar.

Así, viene una vida, se va otra, somos hojas al viento o flotamos en la corriente y lo importante es que al final, sí, sobrevivimos.

No fue el fin, pero sí un fin.

Y ahora, aunque se viene fin de año, yo sé que los finales y los comienzos ocurren donde sea, cuando sea, en cualquier tiempo, si estamos vivos.

miércoles, 14 de noviembre de 2012

Pared roja


Los dejé juntitos
ahí en esa pared roja
y ahora es natural
no querían estar sino ahí
ese es su lugar
descansan libres
en la posibilidad de cerrar un circulo
que termina ahí
y empieza ahí
como tantas otras cosas
que espero
empiecen
se cierren
se abran
nazcan
sucedan

como una pared de collages
formando un seguro paraíso
donde nada cabe más que ellos
pero ahora yo ya no estoy
ellos quedan ahi
como prueba de que fui eso
también

una vez.

domingo, 27 de mayo de 2012

Hablar


Hablar sin hablar.
Hablar de a señas, de a pedazos.
A los golpes, a las apuradas, corriendo entre la gente.

Hablar cortito, rápido, poco.
Hablar porque sí, porque sino qué.
Hablar con las fotos, con las manos, con fideos fríos
que se desgarran breves al crujir de dientes ávidos.

Hablar temerosos, dispersos.
Como si ese tiempo fuera eterno.
Como si una tarde se pareciera a una vida.
Como si ayer no hubiera pasado nada
y mañana todavía fuera nuestro.

Hablar por los codos, a los cuatro vientos.
Insignificantes frente al mundo.
Ese mundo de playas, de aventuras, de sillones y gatos, y alfombras, criaturas.
Ese mundo que nos ve desde afuera.
Desde atrás.

Hablar sin palabras.
Hablar sin mirar.
Hablar para hacer ruido.
Para creer que así se sella algo, se sostiene algo, se planta bandera.

Hablar nada más.
Sin esperar.
Sin entender. Sin sentir.

Hablar
sin decir

nada.