Sin poder parar de sonreir
estoy
vengo de sumergirme
en un mundo de libros
o sea
una librería
no una librería cualquiera
esa librería
donde vine tejiendo historias
y melodías
aun sin saberlo
la librería donde todo se entrelaza
hasta formar la trama
de una alegría
como una tormenta
de pensamientos
entremezclados
cálidos
ávidos
Decía entonces
que no sólo me acompañaron libros
en esta travesía
sino
un dibujante mágico y sonriente
caricaturesco casi
él mismo
que me dedicó una sonrisa
de las grandes
y una nena sentada en la quinta fila
que se daba vuelta
(como todos los nenes)
y estampaba en mis ojos
la cara de felicidad
correspondida
Un señor que creía que Alvy Singer era
de verdad Alvy Singer
y no Jano
entonces él, Liniers, le explicó
lo de Annie Hall
y eso
yo también participé de la anécdota
a corta distancia
(había sido yo también otra ilusa
ignorante de las tramoyas de Woody y Mia).
La nena con el abuelo con el libro
con la esperanza y el miedo
de que él lo firmara
yo
guiñándole un ojo
cómplice de su aventura
como si fuera mía
testigo
de cada historia
hasta que también te vi
en esa mesa
donde estabas esa vez
que yo no estaba sola
y te miraba con fruición
expectancia
de que tal vez
en alguna otra vida
pudiéramos encontrarnos
porque esa mirada
esos ojos
esa forma de
meterte en el medio
del universo y yo
ay
cómo me gustó
hoy
estabas ahí
te reconocí
clavé mi mirada en esos ojos
todo cuanto pude
sin ruborizarme
creyendo que tal vez si me movía un centímetro más
hacia vos
iba a desvanecer
yo
vos
y la distancia que nos separaba
Vos
también tímido
sobrecogedoramente
me miraste
buscabas la complicidad
lo hiciste hasta escaparte
en tu bici
y me dedicaste un chau
con la mano
miré a mi alrededor
a ver para quién era
era para mí
volví a Alvy Singer
Liniers
mis libros
mi universo
Roncoli
la reina Mab
Embargada por otras de esas
ráfagas de alegría.
Hoy
volví a vivir
después de mucho
mucho
tiempo.